Personas riendo en el Parque Negra Hipólita de la ciudad de Valencia, Venezuela |
Es poco común ver en nuestra ciudad un grupo de personas riendo sin más ni más. Pero resulta que cada día son más los grupos que en el mundo se están dedicando a reír para hacer que nuestra vida sea más llevadera. Los Club de la Risa se han ido extendiendo poco a poco por el mundo. Parques, plazas públicas, canchas, son lugares propicios para que el Yoga de la Risa se instale a reír y a hacer reír.
Una sesión de Yoga de la Risa siempre comienza con el calentamiento, sencillo pero completo.
Desde ese momento, las personas que por primera vez asisten, se percatan de lo diferente que es.
Todo se acompaña con risas, respiraciones profundas y mucho contacto visual con los demás participantes lo cual hace que nos conectemos con ese otro ser humano que tenemos al lado.
El calentamiento entonces pasa a ser, además del cuerpo, un calentamiento para el alma, para fortalecer el ser humano y despertar el niño interno que permanece dormido gran parte del tiempo una vez que hemos crecido.
El aplaudir, reír, hacer morisquetas o muecas invita a jugar, a despertar la actitud juguetona, esa que nos conecta con lo mejor de cada uno de nosotros. Además, es el momento ideal para poder desconectarse con lo que nos aqueja día con día.
Cuando calientas en Yoga de la Risa, en realidad estás despertando una realidad muy humana, esa que nos conecta con los demás. Y como lo dice María José Bosh en su libro La danza de las emociones, "... la risa te conecta y comunica con las personas sin cables ni WI FI".
Por eso es que se trata de una rutina distinta, que llena cada espacio de tu ser. Y es que el Yoga de la Risa es una experiencia única.
¡Reir es vivir!
Hasta una próxima entrega
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